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Palabras mas, palabras menos

Cuando el animal se sublima

Desde hace un tiempo, y con los estudios etológicos de Lorenz y Timbergen entre otros, el abismo entre lo humano y lo propiamente animal se ha reducido. Ya sea por el descubrimiento de la “animalidad” del hombre, o el de la “culturalidad” de los animales.
Este debate parece que ha quedado en vilo y muchas de sus conclusiones se han expuesto como ridículos, pero el miedo a afirmar lo uno o lo otro es más peligroso que lo contrario.
Por eso, por el sendero de estas líneas, quiero aventurarme en una diada (¿o dialéctica?) Mito y lenguaje, y su frágil, o quizás fuerte conductor: el símbolo, queriendo con este ultimo hacer una distinción definitiva entre nosotros y los demás seres vivos de la naturaleza (por ahora...)

El “segundo lenguaje”

Bien es sabido que los humanos tenemos una lengua dependiendo de nuestra cultura y que esta especifica aquella. Si bien, entre ingleses e hispanohablantes no nos entendemos, sabemos cuando el se encuentra triste o nos quiere saludar.
Es este el llamado segundo lenguaje el que es común a todos los seres humanos. Por ejemplo, el profesor Eibl-Eibesfedlt, del instituto Max Plank de fisiología de la conducta observó que entre samoanos, italianos, ingleses e indígenas del Brasil, hay una secuencia de comportamiento correspondiente al saludar amistosamente: “ cuando saludan amistosamente empiezan por reír, después inclinan la cabeza y levantan las cejas durante un sexto de segundo” .
Con esta observación podemos argüir que el ser humano tiene vigente su lenguaje animal por cuanto generalizable a todos los individuos de la especie sin tener en cuenta los factores diferenciadores estrictamente humanos (a saber, la cultura).
Además, cabe resaltar la capacidad gestual y comunicativa de quienes padecen algún tipo de disfunción sensorial, pues todos entenderíamos cuando una niña ciega se siente mal, o esta alegre. Así, este es un argumento valido para desvirtuar las hipótesis psicologistas de que los gestos son aprendidos por mimetismo cultural.

Pero se debe tener cuidado con este tipo primario de lenguaje, pues como hemos visto, (y es lógico) este tipo de lenguaje “animal” solo sirve para comunicar aspectos “animales” relacionados con necesidades fisiológicas (hambre, dolor, asistencia) y por mucho con aspectos relacionados con nuestro gregarísmo especifico (saludo, advertencia, solidaridad).
Así las cosas, este tipo de lenguaje no es una abstracción del mundo, pues no lo denomina y manipula, solo lo percibe, mas no lo concibe. He aquí donde el mito convierte al gesto en palabra y a esta en símbolo alejando al hombre de la esfera instintiva a la racional.
Tratar de descifrar cuando y porque ocurrió esto (la aparición de las formas simbólicas) es tan aventurado como ingenuo de mi parte, por eso, dejo este punto a la investigación especializada y me centraré en reflexiones, que aunque un poco filosóficas son integradoras de áreas como la lingüística, la antropología, la psicología y la biología

El mundo como abstracción

Ya cuando el hombre deja de ser (cognitívamente) un agente pasivo, y se convierte en agente activo del mundo por cuanto no solo recibe información sensorial de este sino que es capaz de retenerla, transformarla, asociarla y abstraerla podemos decir que el ser humano tiene un lenguaje cultural.
(Yo prefiero el termino de lenguaje cultural, o protolengua, o lengua propiamente dicha para no olvidar los evidentes y complicadísimos lenguajes de algunos animales (ver: THEWS Klaus, Enciclopedia General de la Cultura, Etología, Ed Circulo de lectores, 1975 pags 286, 298, 301, 304) solo para reseñar algunos experimentos acerca del lenguaje de abejas, hormigas y escarabajos)

Este evento evolutivo convergente tanto en la biología y como en la cultura tiene su detonador en la ultima y más específicamente en el mito, por cuanto este es una de las primeras (si no la primera) formas metafóricas de expresión. En este punto, mito y lenguaje son indivisibles, pues nacen de la necesidad de abstracción del mundo y se guían bajo los mismos parámetros metafóricos de asociar elementos símiles de objetos disimiles.
Con su desarrollo, estas dos entidades abstractivas se disocian aunque nunca del todo cuando aparece el símbolo. Aquella unidad representativa que puede ser conjugada, asociada y lingüísticamente manipulada por medio de la racionalidad humana permite que un mito (metaforización de la realidad) sea dividido en sus componentes básicos (los símbolos) y así asociar sus partes constituyendo lo que podría llamarse una metametáfora del mundo para evolucionar en todos los niveles estructurales del lenguaje hasta alcanzar el discurso.
Ahora, debemos tener en cuenta que este aparente divorcio no es total, pues siguiendo a Cassirer “el lenguaje articula los conceptos mitológicos, y por otro lado, los significados del lenguaje son esencialmente imágenes que funcionan míticamente”
Así pues, tenemos un lenguaje que, mediante símbolos, comunes a los mitos, se “emancipa” de ellos para comprender el mundo y manipularlo, en principio, cognitívamente, y luego filosófica y prácticamente.

Bibliografia

ANGULO Raul, “Una introducción a Ernst Cassirer” www.geocities.com/elforonuevo/cassirer.htm
THEWS Klaus, Enciclopedia General de la Cultura, Etología, Ed Circulo de lectores, 1975

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